A través de ONG llevan adelante proyectos que genera noportunidades para los más desfavorecidos y cuidan el medio ambiente.

Libres, rebeldes, cuestionadores, auténticos, autosuficientes, superpoderosos, pero también comprometidos. Así se sienten los jóvenes de hoy frente a un mundo que los interpela constantemente, pero que a la vez les da la posibilidad de elegir todos los días cómo quieren encarar la batalla de la vida.

Y en esa deliberación cotidiana son cada vez más, los jóvenes que ya no se sienten cómodos con las desigualdades sociales, con la buena suerte que les tocó en el reparto de posibilidades, y sienten que tienen que hacer algo para achicar la brecha de la inequidad social. En muchos casos, hasta sienten que de esta forma están colaborando a aplicar un concepto de justicia redistributiva.

"Involucrarse con la realidad social es el primer paso para derribar prejuicios aprendiendo desde el intercambio con otro ser humano. Para darnos cuenta también que son muchas más las cosas que nos unen que aquellas que nos separan. Para ser consciente que si yo hubiese nacido allí, seguramente no hubiese tenido las posibilidades para estar acá. Tomar conciencia puede ser un camino sin retorno; un camino que nos marque para siempre", explica Joaquín Sorondo, presidente de Inicia, entidad que estimula el liderazgo juvenil.

Y este parece ser el camino que quiere transitar el 79% de los adolescentes y jóvenes de 10 a 24 años que declara que uno de sus principales objetivos en la vida es ayudar a quienes tienen problemas, según el estudio La voz de la nueva generación, elaborado por la Universidad de Palermo y TNS Gallup. Incluso hay otros que van más allá y quieren llegar a ser líderes en su comunidad (32 %).

Si bien ya no sorprende ver a miles de jóvenes participando en actividades masivas a beneficio de ONG, liderando movimientos sociales o comprometiéndose desde espacios universitarios, lo cierto es que son muchos más los que se pueden sumar. Según el Barómetro de la Deuda Social Argentina de la UCA, la participación solidaria de los jóvenes de 18 a 24 años creció a 9% en 2013 en relación con el 7,9% en 2011.

Para Sorondo, los jóvenes de hoy tienen muchas virtudes que pueden contribuir positivamente en el campo social: buscan caminos más pacíficos, aportan energía, creatividad, no están atados al pasado, tienen menos problemas con los errores y se animan más. También están más orientados al futuro, a lo que vendrá, a ideales, a utopías. Por eso, cree, las ONG pueden ser instrumentos potentes para implementar esas utopías. "Los jóvenes aportan frescura, una visión menos contaminada por la historia y los prejuicios. En general no están atados a ciertas ideas de otras épocas y eso hace mucho más fácil la integración entre sectores al aceptar las diferencias como algo más natural. Y al aceptar las diferencias y el respeto al otro se puede trabajar con el otro como un igual", agrega Sorondo.



Por su parte, Pablo Vagliente, responsable nacional de la Fundación Avina, sostiene que los jóvenes tienen tres características fundamentales para aportar en la resolución de problemas sociales: la creatividad para pensar nuevas maneras de resolverlos, el compromiso para no darse por vencidos fácilmente cuando la solución no se encuentra y la ética para no aceptar caminos que se saben equivocados.

En relación a cuáles son los temas sociales que más movilizan a los jóvenes, Vagliente sostiene que "en estos últimos años, las problemáticas ambientales con impacto social han concitado bastante participación, desde la resistencia a las explotaciones megamineras hasta la falta de acceso al agua potable. Siempre la cuestión de la reducción de los niveles de pobreza está presente como un eje movilizador, y es posible que el efecto Francisco revitalice a un sector numeroso de la juventud argentina que abreva en el catolicismo y canaliza su energía participativa en estos temas".

SALIR DEL CONFORMISMO

Con mirada penetrante, sonrisa franca, hablar sereno, una pequeña reflexión antes de contestar y mucha gesticulación de manos, Giuliana Sordó se define como una persona que siempre tiene que estar haciendo cosas para mejorar el mundo. Y no lo dice desde la soberbia o la necesidad de reconocimiento, sino desde unas ganas inagotables de salir de su conformismo para hacer algo por los demás, de dejar de tener utopías para empezar a construirlas entre todos.

Convencida de que todos somos parte del cambio, Giuliana quiso hacer carne esa afirmación y cuando estaba en 5° año vio una nota en una revista sobre ONG que trabajaban en temas ambientales, y no dudó en escribirles a todas. "La única que me contestó fue Ecoclubes, que justo estaban recibiendo muchas consultas de gente de Capital Federal que se quería sumar. Así que nos pusieron a todos en copia en un mail y nos empezamos a juntar para armar el grupo de Capital que no existía", explica Giuliana, que hoy tiene 21 años, estudió Ciencias de la Comunicación en la UBA y trabaja en una empresa de comunicación online que se especializa en temas sociales y de RSE.



Para Giuliana, los jóvenes tienen las ganas, la energía y una capacidad de vivir ilusionados que los impulsa a estar siempre en movimiento, en una búsqueda constante. "Cuando entré en este mundo me sorprendió positivamente ver la cantidad de gente que estaba haciendo algo por mejorar el mundo. A nivel personal me da una felicidad enorme saber que estoy haciendo algo", agrega esta joven que a través de Ecoclubes Capital empezaron a impulsar campañas de Canje x Cambio en los que recibían donaciones de papeles, tapitas y botellas de particulares en diferentes puntos de la ciudad a cambio de plantines orgánicos o semillas, que luego eran entregados a ONG que se encargaban de reciclarlos. Actualmente se realizan entre 6 y 7 campañas por semana gracias a las cuales se llegan a recolectar cerca de 6 toneladas de residuos por mes.

Giuliana siente que le debe mucho a Ecoclubes Argentina ya que la ayudó a formarse como líder ambiental, en el manejo de grupos y a crecer como persona. "Hoy me siento mucho más preparada para involucrarme en el sector social. También creo que para cambiar las cosas hay que meterse adentro y por eso me gustaría algún día trabajar en el Estado", confiesa esta joven que quiere seguir colaborando en temas de consumo responsable y está convencida de que va a ser voluntaria durante toda su vida.

Entre los aprendizajes que se lleva en su carrera social rescata el confirmar que cualquier acción que uno lleva adelante tiene un impacto directo en los demás y en el entorno más cercano. "En mi casa cambiaron bastante la mentalidad y ahora tenemos compost y reciclamos. En la Facultad mis compañeros adoptaron hábitos de consumo responsable, como imprimir doble faz. Aunque no hagan algo concreto por ser más responsables o ayudar ya son mucho más conscientes, y eso puede ser un punto de inflexión en el futuro para que se comprometan desde algún lugar."