MOMENTO HISTORICO
Raúl Alfonsín: Padre y Maestro de la Democracia moderna


A los 82 años y luego de padecer una enfermedad terminal, el primer presidente de la democracia moderna dejó de existir el martes 31 de marzo a las 20.30 horas. Se fue en un cuerpo, pero su alma y legado vivirán por siempre. Raúl, como lo llamaban sus íntimos, fue un presidente que convocó a partidarios de la Unión Cívica Radical, así como también a miles de ciudadanos que se movilizaron para despedirse de él.

Un hombre lleno de convicciones, que trascendió más allá de su presidencia, para ser el símbolo del buen político. Una persona que luchó por la paz, la justicia y la unidad de todos los argentinos, buscando siempre el consenso y el diálogo, y primando en su legado, la cordura, honestidad y sinceridad. Valores que ha perdido la dirigencia política actual y que deberá reinstaurar por el bien de la democracia ciudadana. El amor incondicional a su obra se vio reflejado estos últimos días en la multitudinaria, histórica y emotiva despedida.
Se hizo larga la espera de más de veinte cuadras de cola para despedirlo en la Capilla Ardiente localizada en el Salón Azul del Congreso de la Nación. Pero valió la pena, porque fui testigo de un momento histórico.

Me emocionaba ver políticos de cualquier encuadre partidario e ideológico, del país y de la región, ciudadanos, en especial jóvenes que no nos queríamos perder el momento histórico ni despedir a este gran defensor de la paz y la unidad nacional, que fue golpeado y traicionado muchas veces en el poder, pero que luchó hasta sus últimas horas de respiro para construir un país mejor.

Sin lugar a dudas, la despedida a Raúl Alfonsín fue un hito en nuestra historia. Muchísima emoción acompañó a las miles de personas que no les importó la espera y que permanecieron en vigilia más de 48 horas. Nadie dejó de reconocer la importancia de Alfonsín, su coraje, su legado, como dijo uno de los tantos jóvenes reunidos: “Él encarnó la honestidad en la política. Algo que ya no es común” (Matías, 18 años). Las palabras de agradecimiento incluían todas las edades como una jubilada Celia Herrero que sostuvo: “Es una obligación homenajearlo. Fue un presidente honrado y decente, un ejemplo que otros presidentes no tuvieron la suerte de imitar.

Fue conmovedor ver las más de 100.000 personas que acompañaron el féretro hasta el Cementerio de la Recoleta, donde se mezclaba nostalgia y clamor popular. Nadie quería perder la oportunidad para decir “Hasta siempre, Raúl” ya sea en el Congreso, durante la Misa (muy emocionante, precedida por su primo hermano, Monseñor Obispo Arancedo. También una caravana de jóvenes y adultos seguía al féretro por la avenida Callao. La gente aplaudía, lloraba, vitoreaba, algunos se persignaban ante los restos del ex presidente llevados a la Recoleta. Una vez allí, se mezclaron emociones de tristeza, por despedir a un hombre de bien, así como de alegría, por el increíble reconocimiento popular que dio un poco de color a un día tan destemplado y gris.

Fue miembro de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, defensor de la vida y comprometido con el enjuiciamiento a los responsables por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la última dictadura militar.

Siempre deslumbrante en sus actos de coraje, se lo puede criticar por una serie de decisiones, que hizo sin desear realizarlas, pero convencido de que eran por el bien de la Patria. Como dijo el Vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, “Si tuviera que nombrar una virtud que caracterizó su vida, su obra y su legado, diría que fue la abnegación, el renunciamiento a intereses personales”.
Esta cualidad deberá ser tomada por muchos funcionarios públicos, defender lo nacional como hizo Raúl, siendo concejal, diputado, senador, presidente, hombre de la política, en definitiva, siempre.
Alfonsín se fue. Pero quedan todos sus valores, todo su legado y sabiduría, que en pos de un verdadero país plural, unido y fortalecido, los jóvenes debemos ahora llevar su bandera en alto:
La paz y el diálogo como motor de la Patria.

El arcoíris aparece tras el Congreso. En su interior más de
100.000 personas despidieron a Raúl Alfonsín. El fenómeno
meteorológico aportó un poco de color a la tristeza preponderante.
Como si Raúl dijera desde algún lugar “Gracias”.


Emotiva entrevista
Eran las 20 hs del jueves 2 de abril, a pocas horas de haber finalizado el sepelio de Raúl Alfonsín, tuve la oportunidad de entrevistar a Ana María Alfonsín, en el programa Jóvenes en Acción, que se emite por Radio Cultura. El mismo día de la inolvidable despedida a Raúl Alfonsín, Ana María, nos dijo que estaba muy emocionada y agradecida por el reconocimiento popular que había tenido el último adiós a Raúl, así como aconsejó a todos los jóvenes a que nos animemos a encabezar los valores que con tanto sacrificio su hermano supo encarnar.

El lunes 6, Ana María fue cordialmente al programa “Asignatura Pendiente” también de Radio Cultura, conducido por Carmen Sicardi Sicardi. Allí, hablé personalmente con ella. Me contó lo importante que eran los jóvenes para Raúl, el sentido de esperanza que él veía en nosotros. Por otro lado, y muy emocionada, dijo que el ex presidente estará desde el cielo diciendo Gracias y “que va a seguir cuidándonos y protegiendo al país democrático”.

Agradezco a Ana María Alfonsín que pese a lo conmovedor del momento sacó fuerzas para darnos a los jóvenes su testimonio, fortaleza que proviene de quien también se destaca como una excelente persona, comprometida en la defensa de los valores y la familia también desde su lugar en los medios con su propio espacio “Música y Libros” en F.M. Cultura.


PABLO ANDRÉS MUIR  
Para Jóvenes en Acción